Regina Martínez

Regina

MARTÍNEZ

 

FOTÒGRAFA / ESCULTORA

 

REGINA MARTÍNEZ

FOTÒGRAFA

 

sSenectus 1 / Fotografia en blanc i negre

 

Soy natural de Barcelona, ciudad donde he vivido siempre, y donde cursé estudios de lengua y literatura francesa, traducción, música y artes plásticas. También en esta ciudad nacieron y crecieron mis dos hijos.

Como artista plástica, me he dedicado durante más de veinte años a la escultura y he realizado diversas exposiciones, tanto colectivas como individuales, antes de dedicarme a la fotografía y retomar otra de mis pasiones: tocar el piano, una fuente inagotable de placer. Más de un purista podría decir que no me he entregado exclusivamente a nada para siempre, aunque puedo afirmar que mi entrega ha sido y es intensa y total en todas las actividades que he practicado, y que han pasado a formar parte de mi acervo cultural, humano y artístico. Como en el amor y en la vida, nada es eterno, salvo el afán que nos impulsa en la búsqueda de la inasible perfección. En este sentido puedo decir que mi espíritu es renacentista, indagador y curioso en todo lo que he emprendido.

Una de mis más profundas convicciones es que la creatividad puede ser aplicada a cualquier campo en cualquier momento de la vida; y como por desgracia —o quizás por suerte—, sólo se vive una vez, se me antoja una ingratitud desperdiciar las cualidades y oportunidades de expresión que tan generosamente nos ofrece ese venturoso azar que es la existencia. Poder entregarse a lo que uno quiere en las diversas etapas de nuestra vida nos hace crecer como personas y nos libera de la rutina y de la esclavitud que, a mi modo de ver, representa trabajar siempre en lo mismo para seguir una supuesta línea de imagen y coherencia. Me refiero entonces a la libertad de creación sin ataduras, al aprendizaje permanente, unido a la pasión, la diversión, la curiosidad y la perseverancia.

Hablando de fotografía, que es el tema de esta web personal, he de decir que mi formación en artes plásticas ha tenido una gran influencia en mi forma de mirar. El visor de la cámara sería entonces la ventana a través de la que se captura un retazo de tiempo, un evento efímero e irrepetible, cuya composición obedece, como toda imagen, a las leyes de la percepción visual. Y su plasmación en papel o en imágenes virtuales es el espacio bidimensional donde paisajes, objetos, animales, personas y emociones se traducen en píxeles, luces, sombras, colores y escala de grises.

Mi interés se centró al principio en objetos, bodegones y espacios interiores. He de confesar sin embargo que el retrato, la proximidad con la mirada del otro, me producía un cierto desasosiego: la sensación de estar robando la intimidad ajena, el temor de encararme con una realidad humana diferente de la mía, con unas emociones que me son extrañas, a veces perturbadoras, y con la posible reticencia del modelo a ser fotografiado. Paulatinamente he ido venciendo este temor a fuerza de practicar lo que el psicólogo Víctor Frankl, creador de la logoterapia —al que los padecimientos sufridos durante su internamiento en el campo de exterminio de Auschwitz no consiguieron hacerle abdicar de su profunda convicción de que la vida tiene sentido, incluso en las circunstancias más adversas—, llamó la intención paradójica. Ello consiste en enfrentarse reiteradamente a aquello que temes y evitas para darte cuenta finalmente de la base irracional y atávica de los miedos más arraigados. Y nada me ha sido más útil que practicar la fotografía callejera y el retrato en primerísimos planos o close-up para perder el temor a la alteridad, a la mirada ajena, y verla como una parte proyectada de mí propio yo. También los viajes —menos de los que desearía haber hecho— me han ayudado a mirar con ojos amorosos distintas realidades, a captar seres, paisajes y mundos ajenos, que de no ser por la cámara hubieran quedado relegados al desván de los recuerdos, esa masa de neuronas que forman el frágil sustrato de la memoria, abocada lentamente al olvido y a la muerte. En este sentido, la fotografía me aparece como la permanencia de la vida renovada en cada imagen, la muestra irrefutable de la existencia, el desafío a la desmemoria, el testigo privilegiado de la evolución en el tiempo, la prueba de que —como viene a decir Borges en uno de sus textos más hermosos— nada de lo que ha existido puede morir, y el convencimiento de que no podemos saber quienes somos sin reconocer lo que hemos sido.

 

Raval de Barcelona / Fotografia en blanc i negre

 

¡ Oh Jerusalén ! / Fotografia en blanc i negre

 

 

Atardecer en Tel Aviv / Fotografia

 

Antiautorretrato en el espejo / Fotografia en blanc i negre

 

 

REGINA MARTÍNEZ

ESCULTORA

Regina Martínez

 

 

En els objectes escultòrics de Regina Martínez hi trobem l'expressió més profunda de les seves pulsions vitals. Són obres qualificades per la pròpia artista de "interiors i orgàniques". Obres en les quals la interacció de les experiències reals i quotidianes genera una escultura de connotacions irreals però amb un fort significat evocador. Per a Regina Martínez les formes geomètriques pures són filles del pensament racional i matemàtic. En aquest sentit, l'acció de crear li permet de concretar una obra en la qual les idees es manifesten constantment en un joc d'ambivalències simbòliques.

La conjunció dels volums i el significat que prenen els objectes marquen un llenguatge gairebé sempre interrogatiu sobre la vida, la mort i, en definitiva, sobre els significats més profunds de la pròpia existència.

Tècnicament Regina Martínez utilitza tota mena de materials, materials no-nobles.

Jordi Rodríguez-Amat

 

 

 

 

 

 

 

En la obra de todo artista plástico honestamente informada por su psique confluyen informaciones elaboradas por una misteriosa y azarosa interacción de experiencias vitales y pulsiones inconscientes, cuyo resultado es el objeto artístico donde cristalizan las mismas.

Por esta definición - que no es sino una de las muchas aplicables a la obra de arte - podría calificar mis piezas escultóricas como de esencialmente "interiores y orgánicas". Lo primero porque las oquedades que aparecen en algunas de ellas invitan mirar hacia dentro y a adivinar espacios internos, y lo segundo porque sus líneas tienen la redondez y la sinuosidad que caracteriza a las formas de la naturaleza y a la arquitectura primitiva.

Lo orgánico reviste en mí la idea de "blando y frágil", por contraposición a lo "duro y robusto" de las formas geométricas puras, hijas del pensamiento racional y matemático.

En mi obra, las oquedades, las sinuosidades, la blandura y la vulnerabilidad - que pueden también ser representadas con materiales duros, como el yeso y el cemento- hallan su réplica en el concepto de fertilidad -vida- y muerte como dos polos de un mismo y único proceso vital que se recrea constantemente y que juega con la ambivalencia simbólica: la tumba es también cuna, el útero es tumba a su vez, la muerte es promesa de vida, el fruto que perece contiene las simientes de los que vendrán y el círculo del eterno retorno se cierra y se abre permanentemente en el fluir del tiempo. Las piezas que presento en esta exposición hablan este lenguaje simbólico e interrogan, en palabras de Borges "¿Qué trama es ésta del será, del es y del fue?" (Heráclito, 1965)

Regina Martínez

 

 

Galeria Virtual de Creadors de la Fundació Rodríguez-Amat

www.rodriguez-amat.cat